lunes, 1 de mayo de 2023

Who's fucking, Toba? NOSOTROS (I PARTE). (01.05..2023).


 Un mucho de Soul y Rhythm and Blues.



Album de Jaime García. Rio Guadalquivir. De izquierda a derecha: Alberto, Jaime, Fito, Paco Toribio y Toba.



El año sesenta y ocho del siglo pasado fue un año distinto, con muchos acontecimientos internacionales. Cambios sociales que se habían quedado obsoletos desde el punto de vista de la ciudadanía de los distintos países. En ese menester, jugaron un papel dominante la juventud con sus revueltas, los trabajadores que precisaban de mejoras salariales y condiciones laborales, los negros en busca de los mismos escenarios de vida que los blancos y las clases sociales más desfavorecidas para mejorar. O sea, el mayo francés, las protestas por la guerra de Vietnam, el movimiento por los derechos civiles, ambos en USA; el movimiento hippy, la Primavera de Praga etc.. Y en cuanto a España el comienzo de las huelgas universitarias en contra de la dictadura, aunque con menos empaque y empuje que los hechos mencionados anteriormente.  


En ese contexto de comienzos de un mundo distinto, Jaime el Fósforo y Toba se pusieron manos a la obra para formar el grupo que les llevaría a la península. Deseaban disfrutar de lo que les gustaba y además vivir esa experiencia con vistas a labrarse un futuro profesional. Barajaban músicos del mercado local. Pronto contaron con Alberto Navarro (guitarrista rítmico) y Paco Toribio como bajista (madrileño y hermano de Kid Daniel, famoso boxeador al que apodaban Mandíbula de Cristal, quien con el tiempo tuve una buena amistad con él en Puerto Rico del sur grancanario). Hay que decir que tanto Alberto como Paco procedían de otra banda local llamada Los Filipinos. Adolfo Pareja, Fito (q.e.p.d.) fue el guitarrista primero que ficharon y uno de los grandes músicos canarios que dominaba todos los estilos con destreza y un improvisador nato.


Se reunían para ensayar, y a la vez tocar los fines de semana en el Tagor, un local situado en Schamann, sobre el Canódromo Nuevo Campo España, en la esquina de las calles Henry Dunant y del Obispo Servera, en un edificio cuya segunda planta se había habilitado para música en vivo y donde su dueño, el amable don Modesto García Castellano les permitía esa preparación, entre semana, con el fin de ir haciendo un repertorio adecuado.  Así, con siete meses de duro trabajo, en marzo del sesenta y ocho estaban listos para iniciar la aventura. Dicho repertorio estaba formado por blues, rock, rhythm and blues, pop, ect.. Temas escogidos de los Rolling Stones, Cream,  The Beatles, The Who, The Kinks,  The Eagles, etc..


Y allá se fueron, a Andalucía, con una carta bajo el brazo de don Eduardo Bautista, que andaba ya por la península con los Ídolos, destinada al Gerente de Producciones Pulpón, (don Jesús A. Pulpón) el más importante productor de músicos de la época en el territorio nacional. Y los jóvenes músicos canarios aparecieron en el catálogo de conocidísimos artistas andaluces, entre ellos Lola Flores, Manuel Molina (el de Lole Montoya), Enrique El Cojo, Mairena, Fosforito, Camarón de la Isla, Antonio Gades, el cuadro flamenco Las Brujas,  etc.. 


Embarcaron en marzo en el buque Plus Ultra que junto al Ciudad de Cádiz, el Ciudad de Algeciras y el Ernesto Anastasio de Trasmediterránea, realizaban la travesía hasta Andalucía. El destino escogido fue Sevilla. Siete días duró la navegación, con parada en Cádiz. Tanto Jaime como Alberto cuentan como un temporal que soportaron, mareó al pasaje y hasta a un marinero profesional que compartía espacio con la banda. Hay que decir que Gustavo González Suárez, aunque músico también que había dejado Los Bárbaros, se enroló en la banda y realizó la gira en calidad de pipa  (ya saben que en el argot roquero el pipa es aquella persona que se ocupa de ayudar con los menesteres de carga y apoyo necesario para las actuaciones. Luego se incorporaría a un conjunto andaluz llamado Los Crich. A la misma vez se incorporó el sevillano Isidoro Rodríguez Algorín en los teclados.

 



Album de Jaime García. Parque María Luisa (Sevilla). De izq a der: Toba, Jaime, Alberto, Gustavo, Paco Toribio y Fito.



Llegados a su destino, ocuparon habitaciones en pensiones. Las condiciones de las estancias no eran las adecuadas ni las más acogedoras, pero no había otra opción, al menos, mientras no resolvieran el primer gran inconveniente que se les presentó, que no fue otro que la requisa de los instrumentos y aparatos (unos setecientos kilos de mercancía). Probablemente el vista de aduanas consideró que aquellos instrumentos y aparatos podrían ser vendidos en el mercado musical, pues eran de última facturación y de marcas desconocidas para los músicos andaluces, si tenemos en cuenta, además, que todo lo que entraba en la península procedente de Canarias, por su condición de Puertos Francos, era mirado con lupa. Toba cuenta que se desplazaron en diferentes momentos a la aduana, situada muy cerca de la Torre del Oro, y que llegó a tener una cierta amistad con el funcionario, pero ni eso hizo que cambiara de opinión, hasta que el padre de Jaime envió un aval y consiguieron con gran alegría disponer de los medios que les daría la posibilidad de tocar y ganar unas pesetas para mejorar las condiciones de habitabilidad y manutención.




                        Recorte de prensa sevillana


El señor J. A. Pulpón, solucionado el gran inconveniente de los instrumentos,  se portó muy bien con ellos e inmediatamente contaron con actuaciones para ir sobrellevando la situación económica. Jaime, en mi presencia y a demanda de Toba sobre como llevaban la alimentación del grupo en aquellos momentos, le contestó con una sonrisa delatora: <<ni de eso nos preocupábamos, pues solo teníamos en mente hacer música y tocar; en cuanto a comer ya se comería…>>. Y como resultado de ello la anécdota de una fatiga con lipotimia de Gustavo que calmó el malestar del músico al sentir el caldo de la señora del piso en su estómago.


La primera tocata, en plan esporádico, según Alberto fue en el Restaurante Los Monos en Sevilla, un lugar histórico y emblemático. Y les llegó la posibilidad puesto que había allí otros músicos tocando que hicieron porque debutaran para matar el gusanillo. El primer contrato, ya en serio, llegó el Domingo de Ramos, el día veintiuno del mes de abril de 1968. Aparecen en cartel junto a Karina y su conjunto en la Sala Ye Yé de la capital hispalense. De modo que lucen foto en la prensa sevillana y relato como “El sensacional grupo canario Nosotros”. Días después se publicaría una crónica en la que decía que en su primera actuación se habían convertido en figuras y se anunciaba la contratación del grupo canario para cinco actuaciones más.


Luego llegaría, a través de Pulpón, un contrato en la Base Aérea de Morón, en Sevilla, en la zona americana. Una zona que España había cedido a Estados Unidos para su uso en 1953, con motivo de la llamada Guerra Fría y firmada entre los dos países, por lo que además de la Morón se sumó la de Rota (para la USA Navy), Torrejón de Ardoz y la Base de Zaragoza (Aragón). Aquel lugar les impresionó pues tenían ante sus ojos una típica ciudad americana de las que se veían en las películas. Una guagua amarilla recorría toda la urbe con publicidad incorporada, sobre la velada en un local para la tropa y con invitaciones de entrada libre, para las señoritas españolas que quisieran acudir. Un mundo aparte donde los militares americanos hacían vida, disponían de todo, incluso porros, y podían pasar sus días allí destinados sin necesidad de abandonar el lugar. Tocaban en la denominada “Sala Las Palmas”, ¿una premonición más?, se preguntaban.


Toba recuerda con agrado ese tiempo en Morón, pues le sirvió para ir afianzándose con su voz y conjuntándose mucho más con el grupo que sonaba muy bien, además de ir perfeccionando su inglés, pues siempre le venía perfecto practicar el idioma. Es en ese momento cuando cambian de pensión y alquilan un piso en el barrio de Pino Montano, que por aquellos años comienza la barriada a recibir sus primeros habitantes. La señora propietaria, que vivía en el piso de abajo, les advirtió severamente que no quería escándalos, ni entrada de mujeres en la vivienda y ella, a cambio, se encargaría de confeccionarles la comida. A partir de ese momento la economía cambió y la comodidad les dio mucha tranquilidad. En ese mismo piso, con guitarras españolas ensayaban los temas cada día, para ponerlos luego en escena. Esa misma señora fue quien le diera el caldito a Gustavo para que se repusiera de la fatiga aquel día tras la foto que ven a continuación:


Album de Toba:: De izquierda a derecha: Gustavo, Toba, Paco Toribio, Fito, Jaime y agachado Isidoro. Alberto tomó la foto.



Más tarde, también enviados por Pulpón, les llegaría la estancia de seis meses de actuaciones en la Base de Rota en Cádiz. Una furgoneta les iba a buscar y los regresaba a casa. Desde el primer día contaron con unos carnets para entrar y salir del recinto; carnet que en una ocasión le dio un disgusto a Toba al dejárselo en el bolsillo trasero del bañador y mojarse mientras se daba un baño en la playa, lo que impidió la entrada en el recinto militar, hasta que de nuevo le arreglaron el problema. En su primera visita les llamó la atención el estado de las carreteras perfectamente adoquinadas y el orden y disciplina de la zona. Ya no tocarían para la tropa, pues su destino era el “Club Vandguard” de oficiales. Y la respuesta de los mismos, acompañados por sus esposa y novias españolas, de aquellos que estaban solteros, era magnífica por lo que los músicos se encontraban encantados de la suerte que habían tenido al conseguir el contrato.


Por cierto, el jefe de la sala que era un militar americano de dos metros, pelado al estilo marine, siempre estaba vigilante para que todo funcionara bien. Le gustaba escuchar las canciones del grupo y se sentaba para tomar una coca cola observándoles. En una ocasión que interpretaban el tema Funky Brodway de  Dyke and the Blazers —que fue una banda de funk estadounidense liderada por Arlester Christian que publicó este tema original en 1966, y que con posterioridad lo interpretaron Wilson Pickett así como Diana Ross con The Temptations— al llegar al estribillo de la canción, Toba El Macho, que siempre fue muy creativo, cambió la letra que decía: “Name of the dance funky funky Broadway” por: “[…] fuck  fuck Brodway”. El gigante se levantó como un resorte y esperó a que terminaran con la canción para expulsar al cantante de la sala por insultar lo suyo, el espíritu americano. Toba se empleó a fondo negando el hecho y alegando en su favor que le había oído mal. Paco Toribio intervino para salvar las sentaderas al cantante y poder seguir con la actuación.

Pasado aquel contratiempo, Toba hizo amistad con un negro americano llamado Leroy Willson que se encargaba, con su equipo de soldados, de atender la barra y hacer las tareas diarias de la sala, tal como la limpieza, el almacenaje, la carga de las neveras, etc.. Un día tras escucharle cantar Strange Brew de Cream, se acercó a él y le dijo con su peculiar acento tejano: <<Tu voz es como la nuestra, como la de los negros, déjate ver luego conmigo que te voy a dar una sorpresa>>. Toba no salía de su asombro, sabía de su gusto por la música negra, también que había matices que ya le habían comentado, pero aquella declaración venida de uno se ellos le impresionó. Leroy desapareció de la sala por un buen rato pero cuando terminó la actuación ahí estaba con dos discos de vinilo. El primero era un single de Samuel Cook, y se titulaba “A Change is gonna come” del sello RCA Víctor y grabado en 1963 antes de su triste muerte en 1964. Esta canción se convirtió en todo un éxito mundial debido al conjunto de matices que aportó, entre ellos el profundo sentimiento que arrastraba mientras duraba la canción y que la letra apostaba por su compromiso contra el racismo que desgraciadamente estaba de actualidad. En la otra cara un “Shake” con otro cariz más bailable y discotequero. El otro vinilo que le regaló era de Otis Redding, quien en diciembre del año anterior había fallecido a los veintiséis años, junto a otros miembros de su banda en un accidente de avioneta en Wisconsin, tras haber grabado el que sería su último disco titulado Sweet Soul Music. 

Aquel detalle no fue un hecho puntual, pues pasando los días Leroy le siguió aportando otros discos de cantantes americanos de soul y R&B como Joe Tex y Sam & Dave. El estudio de estos discos, más el conocimiento que ya nuestro cantante tenía de esa manera tan especial de sentir las canciones los cantantes negros, fue definitivo para él, pues le dejaría marcado para siempre con un estilo del que jamás se apartaría.

 

                                                Recorte de prensa del Club Ye - Ye (Sevilla) donde actuaron con Karina.

domingo, 19 de marzo de 2023

TOBA EL INGLÉS. Un mucho de Soul y Rhythm and Blues. Los Leones (19.03.2023).

 




La Isleta, en la capital de Gran Canaria a mediados del siglo diecinueve, era un pago de pequeñas chozas donde vivían algunos pescadores. Fue, en la década de los sesenta del mismo siglo, cuando se construye la carretera de El Puerto. El hecho de que esta cruzara el istmo, ayudó a que se desarrollara el barrio, al amparo, también, de la construcción del Puerto del Refugio de La Luz y la magnifica presencia de la Playa de Las Canteras. La llamada de mano de obra para dicha construcción, sitúa a La Isleta, en la segunda década del siglo veinte, con un censo de veinte mil almas. Si en el capítulo de San José decía de las posibilidades que tenían sus jóvenes para practicar deportes o ejercitar la cultura, La Isleta no era menos. Allí los aficionados del fútbol se encontraban asociados en el Club Deportivo Racing. Se trataba de una sociedad deportiva cultural que albergaba a futbolistas, ciclistas y boxeadores. Tenía un salón muy aceptable donde se realizaban bailes para mayores y para la juventud. Este Club fue unos de los pioneros del carnaval de la capital y estaba situado en la calle Tecén. 

  

Los Leones nacieron, precisamente, en el barrio de La Isleta. Llegado el año sesenta y cinco, se produjeron dos bajas que paralizaron sus actuaciones. Cuando Victorio el Clavija e Ignacio abandonaron el grupo, Manolín Guerra, viéndose en aquella situación de desmantelamiento, pensó en Jaime García el Fósforo y Toba el Macho. El ofrecimiento de las dos vacantes suponía una para la batería y otra para la voz. Aquella oferta, Manolín, la hizo en la Heladería Beltrá, donde había una gramola que dejaba escuchar la inconfundible voz de Chubby Checker cantando The Fly. En aquel entonces, la Heladería Beltrá, situada en la calle Tomás Morales (frente al Cine Capitol), con una leyenda detrás de grandes artesanos heladeros (Beltrá y Verdú), era un hervidero de jóvenes estudiantes que nos deleitábamos oyendo música. Allí nos reuníamos los que nos fugábamos de clases en los institutos, en la escuela de peritos, en la de maestría industrial y los de magisterio. Además, de otros que aprovechaban los recreos y ausencias de sus profesores para acercarse al lugar.


Los elegidos para las sustituciones se sumaron a la formación y la máquina en poco tiempo quedó engrasada a la perfección, hablándose en aquellos momentos de Los Leones como una de las mejores bandas de la época. Así pensaba yo también. Estos músicos, a saber: Manolín Guerra (q.e.p.d.) al bajo; Manolín Reyes (q.e.p.d.) a la guitarra rítmica;  Jorge Cruz con la guitarra primera; Jaime García el Fosforo a la batería y Toba como vocalista, nacieron haciendo las cosas bien. Buen sonido, buenas voces, instrumentos aceptables y repertorio más que notable, con interpretaciones de The Beatles, Los Cheyenes, The Kinks, The Tremeloes etc.  así como una legión de seguidores del barrio y de otros lugares de la capital que iban ganando por su excelente hacer.


Manolín Guerra vivía en Schamann venía de familia de músicos. Su hermano Willy también tocaba la guitarra y el bajo. Manolín Reyes era natural del propio barrio y era un bolerista de clase. El día que Toba llegó a la Isleta se dirigió a la Plaza de España donde lo habían citado, lugar de reunión de muchísimos amantes de la música que dominaban todos los estilos. Allí era igual escuchar Song to Woody de Bob Dylan o el bolero más hermoso de Lucho Gatica interpretando un Reloj perfecto. Interpretar era hacer música con profesionalidad y buen gusto. Era usual que los amantes de este arte, recorriéramos los grupos de los músicos para sentarnos a escuchar a la carta. Aquel día llegó Manolín Reyes con otro guitarrista y, tras cruzar unas palabras de bienvenida con Toba, inició con destreza en la guitarra y en su voz, nada más y nada menos, que Alfonsina y el mar. Sobra decir que el compositor Ariel Rodríguez, cuando compuso este tema, se cubrió de gloria para la eternidad. En el fondo, el suicidio de Alfonsina Storni, la poeta suiza afincada en Argentina. Esta canción, tocada en guitarra, es de una dificultad notable, por lo que Toba no apartaba sus ojos del instrumento y de la maestría con la que lo usaba; a la vez no dejaba de escuchar y apreciar su melódica voz cantando. Cuando Manolín Reyes terminó, miró a los ojos al recién llegado y sin mediar palabra, se levantó y dijo: “Vamos”. Toba entendió inmediatamente el mensaje que le quería transmitir: “por aquí hacemos las cosas así…” el Macho asumió aquella misiva como un reto, pero además se le ensanchó el corazón cuando convencido de que él sería la voz primera del grupo, también se iniciaba con ellos una etapa en la que sonarían instrumentos y voces. Ello le abría un abanico de posibilidades que hasta el momento no había explotado.



Foto del Album de Toba. De izquierda a derecha Pepe el de la Múa, Toba y Manolin Reyes, enfrascados en unos boleros.


Sus esperanzas se confirmaron cuando inició los ensayos en casa de Jorge, en la calle Faro, pues el grupo contaba con un sistema de audio bastante completo e inusual en aquellos momentos. Unos micros AKG de patente austriacos y fabricados en Alemania, unas columnas Selmer inglesas y un Semprini italiano con cinta que aportaba eco y reverberación para las voces. No podía empezar mejor el nuevo proyecto para el cantante.  


Jaime García el Fósforo tenía una batería Lignatone checoslovaca que había comprado en Stradivarius (propiedad de don José Avellaneda) en la calle La Peregrina. Pero para comenzar con Los Leones pensó que sería mejor hacerse con una Ludwig americana que le había quitado el sueño, al probarla, en el mismo comercio. Y así lo hizo tras pedirle ayuda económica a su padre para abonar las letras, ayuda que religiosamente fue devuelta a su progenitor con los haberes cobrados en los bolos. Esta batería tuvo una historia muy especial, pues sonaba tan bien que Chano, a quien hemos nombrado en capítulos anteriores, que tocaba la percusión con la Filarmónica y la batería con su orquesta, además de maestro de Jaime, se quedó prendado de ella al usarla en el Hotel Santa Catalina, en un doblete que hiciera con los chicos. Pasó el instrumento de manos, de ambos músicos. más de una vez, hasta que por fin se la quedó Chano, abandonando su Premier que era la que usaba en sus actuaciones. 


  


                                        Foto del Album de Toba. Foto actual de Picholi, Toba y Jaime García.


Para la presentación ante su público se esperó a las Fiestas del Carmen del año 1965, en pleno julio. Dicha fiesta es una de las más seguidas por los devotos de la Virgen en Gran Canaria. El concierto tuvo lugar en un solar preparado al efecto con una tarima visible desde cualquier rincón y el público apiñado ante sus músicos. La entrada fue masiva y la acogida fenomenal. Toba se encontraba como nunca había estado sobre un escenario. Las canciones se sucedían y los fans acompañaban con las letras, sobre todo en los estribillos. En un momento de cambio de tercio Manolín Reyes se acercó al cantante y le dijo que dedicara el próximo tema a los amigos del Puentillo. Así lo hizo, e inmediatamente sonaron los primeros acordes de Help a la vez que los asistentes enfervorecidos comenzaron a aplaudir y a gritar: ¡leones!, ¡leones…! Toba estaba extasiado con aquella primera muestra de agradecimiento del público. La acción de Manolín Reyes quedó grabada en la mente del cantante de por vida, aunque jamás la comentó con el pícaro hacedor. Lo cierto es que produciéndose el encuentro para la realización de estas biografías y al surgir esta anécdota me ocupé de investigar sobre ella a fin de documentarla. 


Además de nacido en La Isleta, exactamente en la calle Humiaga, tengo la suerte de tener muchos amigos y familiares en el popular barrio, por lo que fui tomando nota de las aportaciones que me hacían sobre el particular. Después de escucharlos he llegado a la conclusión de que los vecinos del Puentillo, zona baja donde está situada la Iglesia del Carmen, han jugado un papel muy importante en sus fiestas y, como no, en la procesión del día grande cuando se embarca la Virgen y a la vuelta del mar sube por la calle Benartemi. Ese detalle del cantante hacia su gente fue acogido con mucho agrado y Manolín, conocedor de los términos en los que se sucedían las vivencias, clavó la flecha en la diana al reconocer el papel tan importante de dichos vecinos en aquellas celebraciones. Es una aportación muy particular de quién escribe, que naturalmente puede ser errónea, pero es la más lógica que me parece. Todo ello sin olvidar que los músicos aquel día estuvieron fantásticos.  


Los Leones, a partir de ese momento, consiguieron un contrato con el Racing para tocar en los “asaltos” los jueves, sábados y domingos. El Rácing, un club que movía a mucha gente, acostumbraban a organizar bailes para sus socios y acompañantes invitados. El caché del grupo era de mil pesetas, al principio, y de mil quinientas pesetas por tocata cuando se mejoró el contrato. Lo que permitía embolsarse como mínimo doscientas pesetas cada músico o lo que es igual a seiscientas pesetas semanales y dos mil cuatrocientas al mes. Con la mejora del contrato el sueldo mensual era de tres mil seiscientas pesetas. Ello venía muy bien a la economía de los músicos y de Toba. Hay que tener en cuenta que un maestro nacional en el año sesenta cobraba alrededor de dos mil trescientas pesetas, hecho que lo situaba en superioridad económica con respecto a su querida madre y a su hermano Antonio, ambos maestros. Este detalle hizo que el cantante se planteara en aquellos momentos dejar definitivamente la carrera de magisterio y optar por el mundo de la música, con el disgusto natural de la familia. 



                                            Foto del Album de Toba. Cantando con Los Leones



Ya el cantante iba adquiriendo un nombre en el mundillo del rock, así que, además, ese peculio lo invertía en ir adecuadamente vestido para cada ocasión, cosa que siempre le ha gustado. Compraba sus ropas en boutiques y la que frecuentaba era La Nueva Ola situado detrás del Obelisco de Tomás Morales, hasta que cambió de domicilio en dicha calle al lado de la Clínica Nuestra Señora del Pino. Frecuentaba también Yerba de Tato Apolinario, un buen amigo. Ya, en los años setenta, acudía a Chamali en la calle Valencia, al lado del Mercado Central. Es decir que Toba cuidó bien su imagen para comparecer en el escenario a la última moda. En cuanto a las botas las encargaba en un zapatero artesano que había en la calle General Bravo, al lado del Supermercado Cruz Mayor, llamado Cuervo. Este buen profesional trabajaba por encargo y hacía las botas a medida. Allí le las solicitó en cuatro ocasiones, tres de piel y una de gamuza que le quedaban de maravilla. Por cierto que el hijo de aquel hombre, Claudio Cuervo guarda, aún, las plantillas de Toba, así como las de Rafael Izquierdo, Germán Pérez, Eduardo Bautista y las de Jaime el Fósforo. En cuanto a los pantalones “de ir por ahí”, los adquiría en Casa Ruperto en un puesto del Mercado del Puerto en la esquina de las calles Tenerife con Eduardo Benot. En aquel pequeño puesto, la juventud de la época compraba la ropa tejana con vaqueros nacionales como Lois Jeans de fama internacional; y otros como Levi´s, famosos por el uso que de la marca promocionaban los artistas del mundo entero. Sería imperdonable, en este momento, no recordar la foto de la adorada Brigitte Bardot colgada en todas las habitaciones de los jóvenes, usando su modelo favorito: los jeans bootcut, sentada en unas escaleras de París, con su dedo pulgar de la mano derecha entre sus labios, calzada con unas botas negras y aquella mirada angelical. Casa Ruperto, al recibir la demanda continua de “ropa americana” amplió su negocio y abrió un local frente al Mercado del Puerto y justo al lado de Casa Paulina cuyos propietarios tenían un hijo llamado Pablo (Pablín) quien fue músico y seguidor de Lennon.



                                                             Brigitte en París, con sus bootcut


Uno de los grandes problemas, que tenían los componentes de los conjuntos de música moderna, era la continua persecución de los músicos profesionales, a través de su sindicato vertical. La sede estaba situada en la calle General Franco, en el edificio donde estaban las radios Las Palmas y Nacional. Este organismo, de tipo cultural y recreativo, dependía de la Organización Sindical Española (O.S.E), que naturalmente era afín al régimen. Las quejas de los sindicalistas (“músicos” profesionales que tocaban en orquestas) venían dadas por la gran atracción que tenían los conjuntos y la gran demanda en las salas de bailes para contratarles. Esto hizo que se montara un servicio de vigilancia y multas disciplinarias a los empresarios que contrataban y también a los jóvenes músicos. Así que ante la imposibilidad de controlar tal avalancha de actuaciones, la O.S.E organizó unos exámenes, a los que se presentaron algunos jóvenes que iban sacando un carnet profesional, para estar amparado ante las autoridades. Estas pruebas se realizaban en León y Castillo, muy cerca de la Comandancia de Marina, donde estaba situado el local de Educación y Descanso, dirigido por afines a la Falange Española de la JONS. 


Toba jamás siguió ese derrotero pues su espíritu rebelde se lo impedía, además él era Toba el Macho y no sucumbía ante presiones de nadie. También hay que decir que fueron muy pocos los que se presentaron a dichos exámenes pues eran considerados unos paripés. Pues bien, un día que llegaba tarde a la actuación y corría por la calle Tecén hacia el Racing, se topó con un Land Rover de la Policía Armada en el que había un cabo, un agente y en la parte delantera de acompañamiento del conductor un hombre vestido de paisano con una carpeta azul bajo el brazo. Cuando llegó a su altura, escuchó la voz del hombre gritar: “¡Ese!, ¡ese!, ¡oye chico!, ¡para!, ¡ese es uno de ellos! ”. Toba se paró y el mando le preguntó si era uno de los del conjunto. Naturalmente caviló y se negó, buscando una salida intermedia: “Yo vengo a bailar” , lo que el hombre de la carpeta increpó: “Di la verdad que te conozco, estás quitando la comida a padres de familias” y diciendo esto el cabo de la policía entró en el Club. A los pocos minutos salió acompañado de dos personas, el presidente del club y un famoso personaje de La Isleta al que llamaban el Canelo. El presidente iba vestido a la manera hortera que se diría ahora, usaba brillantina en su tupé, le salían resplandores de su diente de oro y su aspecto era el de un “vaciola” que se denominaba en aquellos tiempos a quien presumía en exceso e iba vestido de una forma muy particular: pantalones blancos, camisa con colores estridentes y mocasines blancos. El Canelo era un personaje del Puerto que tenía fama de buscarse la vida en el muelle y, según la leyenda popular, muy aguerrido en su manera de ser. Toba seguía pegado a la pared, sin moverse y esperando a que se resolviera aquella situación. Fue de lo más sencillo e inesperado, pues después de hablar unos minutos el Canelo se dirigió al Cabo y le espetó sin miramientos: “Bueno, deja tranquilo al chico y no aparezcas más por aquí que sabes que La Isleta es una república independiente”. A continuación se dirigió al cantante y le dijo: ¿Y tú que haces ahí parado?, ¡venga, a cantar que es lo tuyo! Toba entró en la sala sin salir de su asombro. Luego, con el tiempo sabría que el señor de la carpeta era Vallejo, el presidente del sindicato.




 Foto del Album de Toba. De izquierda a derecha: José Antonio Ramírez Toba y Manolin Reyes.


Las cosas llegaron a ponerse muy mal, pues los músicos sindicados de las orquestas, presionaban para que no actuasen los conjuntos en las salas. Los Leones encontraron la forma de solucionarlo. Chano, hombre muy conocido en el mundo de la música, tocaba la batería en la orquesta que actuaba en el Hotel Santa Catalina, era vocal del sindicato, además de buen hombre. Los chicos cuando tenían tocatas se acercaban a él, para esperar que terminara de actuar mientras se echaban una copa, lo que hacían después con él para convencerlo de que pusiera su mano en el permiso de actuación que siempre terminaban por conseguir. Chano tenía un cuñado que hacía la ruta de los cruceros de Canarias a Estados Unidos y aprovechaba para traer encargos de aparatos de música, guitarras eléctricas etc. Así fue como comenzó el batería de la orquesta del Hotel Santa Catalina, en el negocio y terminó abriendo tiendas, llamadas “Musical Chano”, para la venta de cualquier tipo de instrumentos musicales.


Cuando acabaron el contrato con el Racing, se dio la circunstancia de que Manolín Reyes fue llamado a filas y partió hacia Hoya Fría para incorporarse al ejército. Manolín Guerra, antes de ser llamado para el servicio militar, preparó las maletas y se fue a Londres donde tocaría con algunos grupos del Reino Unido y con el tiempo seguiría las enseñanzas del Guru  Maharishi. Este hindú que fundó el movimiento Meditación Transcendental ejerció mucha influencia en músicos como The Beatles, The Beach Boys y el compositor Donovan, entre otros. Jorge Cruz dejó la música al abandonar Los Leones. Toba y Jaime el Fósforo barajaron alternativas y optaron por formar un grupo nuevo. La idea era partir a la península tras la idea de vivir de la música y siguiendo los pasos de Los Ídolos, primer conjunto isleño que optó por la salida de las islas para hacer música a lo grande y que se llamarían con el paso de los años Los Canarios. Así acabó esta época de Los Leones, uno de los mejores grupos que pisaron los escenarios de las islas.







 



    




domingo, 12 de marzo de 2023

TOBA EL INGLÉS. Un mucho de Soul y Rhythm and Blues. The Torments Cloud. (12.03.2023).


Foto del album de Toba. De izquierda a derecha Juan Manuel Díaz Cremades, Fernando Redondo, Toba, José Calvo (Picholi), Toni Miranda y Tato Fausto.

En el año sesenta y cinco del siglo pasado, la música crecía rápidamente en busca de nuevos horizontes. Tenía como fin saciar la necesidades, musicales y sociales, que había despertado en todo el mundo. Música en todos los estilos, modelos, formas, etc.. Se trataba de buscar la excelencia del sonido e influir en un público entregado. Para ello, los compositores y discográficas empleaban todas sus capacidades en pro de la causa. Se rompieron las fronteras, a pesar de las presiones de los adultos, encasillados en sus creencias. También, en algunos países como España, donde las tradiciones estaban profundamente arraigadas y luchaban por mantener al margen, corrientes como las que se estaban ofreciendo a los jóvenes en el exterior. Todos los intentos por frenar aquellos cambios fueros baldíos. Ninguna sociedad  pudo frenar su ímpetu. 


En Estados Unidos de América la lucha empresarial de las discográficas en favor de los blancos se rompió por la fuerza de los ritmos y raíces de los negros. En el viejo continente, la salida a escena de The Beatles arrastró a los escenarios a una pléyade de músicos de primera línea que no ha parado de emerger hasta el día de hoy, convirtiendo el Reino Unido en una cuna y avanzadilla decapitad musical. España terminó por sumarse a las nuevas tendencias y los grupos pioneros del rock and roll y del pop hicieron su aparición, dando algunos de ellos ejemplo de que, sin complejos, en este país se podían hacer cosas tan aceptables como en cualquier otro.  


Así aparecen en escena Los Pekenikes, Los Relámpagos, Los Brincos, Los Mustang, Los Bravos, Los Sírex, Los Salvajes, Los POP-TOPS y, desde luego, Los Canarios, entre otros. Aprovecho para dejar un recuerdo para Agustín Carló y Paco Urbano, músicos canarios que en la época brillante de los Pop Tops formaron parte del grupo.   



                                    Foto tomada de internet la cara del disco Mary Blue de POP-TOPS


Con la necesidad de tomar nuevos aires y a la vez probar  distintas experiencias, Toba el Macho se hace con el micrófono de un grupo que tenía un repertorio muy sugerente y a su medida, pues el Soul, el R&B y el Rock más puro sonaban en su repertorio. Se trataba de The Torments Clouds. Esta banda ensayaba en Altavista, en uno de los chalets de la zona, propiedad del padre de Juan Manuel Díaz Cremades, quien tocaba la guitarra solista. Le acompañaban, además del mencionado, Toni Miranda al bajo, José Calvo (Picholi) a la batería, Fernando Redondo a la guitarra rítmica y Tato Fausto al teclado. La baja de Jessie (el más joven de los hermanos filipinos) propició la llegada de Toba. Los Filipinos tocaban en aquel momento en la boite del Hotel Fataga, allí tres hermanos procedente de Filipinas, más Carlos López y Paco Espejo (el Nariz) tomaron como marca el nombre del país de procedencia de los hermanos. Sin embargo Jessie, cuarto de ellos, cantaba con Torments Clouds. Picholi fue el aval de la presencia de Toba, pues se conocían de muchos años atrás.






    Toni Miranda


                                                        Fernando Redondo













                                                                                                                           Picholi




Tato Fausto



En aquel momento, Toba se encontraba libre de compromiso y actuaba con diferentes grupos consolidados y músicos “cazados al vuelo” para la ocasión en las diferentes salas de la capital. Por tanto, probar con una nueva experiencia le vendría muy bien para salvar la situación económica y demostrar en casa que su vida tenía la recompensa económica, como para estar fuera del hogar cada noche.


En los ensayos comprobó lo que ya Picholi le había adelantado, Rolling Stone, Eric Burdon, Cream, Beatles, The Who, etc. sonaban para formar el repertorio del grupo. Un repertorio casi creado al gusto de Toni Miranda que ejercía de portador de sugerencias musicales, al ser un consumidor de esa música. 



Tenían buenos instrumentos, debido a que la situación económica de algunos de sus progenitores les era propicia, algo que no era muy usual en las bandas de aquella época. Actuaron, una de las primeras veces con Toba, en un chalet para una fiesta privada de gente de la alta sociedad. Para esa actuación era imprescindible, debido a la categoría del evento, que los miembros de la banda fueran con esmoquin, algo que el cantante no poseía y que su situación familiar no se lo permitía. Así que para salvar la actuación tuvieron que buscar de entre los amigos del grupo, no de los de Toba que no usaban tales vestimentas, uno que le fuera bien al cantante. Así se hizo y quedó para la historia de su carrera una instantánea en la que se puede comprobar que dicha vestimenta no le quedó nada mal. Dice Toba que los chicos tomaron bien las medidas y se emplearon a fondo en la búsqueda del esmoquin.



                            Foto del album de Toba. El cantante con el esmoquin prestado para la ocasión.

Se daba la circunstancia que algunos de los músicos eran hijos de socios del Real Club Náutico, con lo que de esa forma se propició que se hicieran con el escenario de la boite de dicho lugar. El establecimiento estaba ubicado en los locales frente a la piscina y lo regentaba la cadena Artiles, que ya hemos nombrado anteriormente. Allí los sábados y domingos se reunían los jóvenes para charlar, tomar unas copas y bailar. Algo que se alejaba mucho de los guateques que frecuentaba Toba en los barrios de la capital.


Aquella aventura no duró mucho, teniendo en cuenta que  los músicos emprendieron sus carreras universitarias lejos de la isla. Hay que tener en cuenta que esos años la universidad mas cercana era la de La Laguna, y luego las peninsulares que dieron plaza a alguno de los miembros. Solo por hacer un recorrido por el futuro de los componentes recordaré que Fernando Redondo (q.e.p.d.) hizo económicas y  como político fue diputado del Parlamento de Canarias y presidente del Consejo Económico y Social de Canarias. Toni Miranda, estudió Filología Inglesa y ha sido docente ejerciendo el cargo como Director Territorial de Educación en los ochenta, cuando aún la democracia era muy joven. Juan Manuel Díaz Cremades hizo medicina, como su padre, y ejerció como médico toda su carrera profesional. José Calvo (Picholi) sigue siendo un reconocido comerciante de instrumentos del mundo de la música y Tato Fausto, abordó el mundo cultural, y ejerció como miembro del staff directivo del Auditorio Alfredo Krauss.


Toba me ha comentado que guarda un buen recuerdo de aquellos años y de sus compañeros. Naturalmente, también, de la nueva experiencia; y sobre todo en el aspecto musical, del buen repertorio que poseían. Al fin y al cabo, se trataba de un acercamiento a la música que definitivamente le enamoraría. 


jueves, 9 de marzo de 2023

TOBA EL INGLÉS. Un mucho de Soul y Rhythm and Blues. Los Leader's (02.03.2023).


Foto del archivo personal de Toba. De izquierda a derecha Andrés Velázquez, Santiago Hernández, Toba, Fernando Roque y Manolo Bermúdez. Foto tomada en la Plaza de la Ranas, en el sótano del restaurante, donde hoy hay un local de pollos asados.



A la vez que todo este fenómeno iba ocurriendo, Toba seguía en su barrio a aquellos que practicaban algún tipo de instrumento. Observaba también los movimientos musicales de la capital. Y se fijó en Manolo Bermúdez un joven que vivía al lado de su casa y que acudía a tomar clases de solfeo. Tenía una guitarra y una melódica que las había obtenido como regalo de reyes. 


Eran tiempos de las pandillas de chicas y chicos que se reunían en lo que se llamó guateques en todo el territorio nacional. La diferencia de los guateques canarios se fundamentaba en que los nuestros se hacían en las azoteas. Para eso se disponía de algo primordial en esta tierra, el buen tiempo y el tipo de construcción, sobre todo en las casas terreras. Solo era indispensable tener un pick-up, los famosos discos de vinilos para poder bailar con aquella joven o aquel chico que más gustaba, con la música de moda de fondo y los polvos talcos en el piso para propiciar el desplazamiento. Todos los que tenían discos los aportaban para que el baile funcionara. Manolo Bermúdez disponía de posibilidades y tantas veces repitió aquella experiencia que decidieron organizar un club de jóvenes al que llamaron  Hawái. En esa época se puso de moda el término Yé Yé. Éste había nacido en Francia, en un programa de radio, para denominar a un tipo de grupos musicales femeninos que hacían pop, sobre todo, y también algunos que se introdujeron en el Soul y el R&B. Este movimiento pronto se extendió por todo el mundo. También hay quiénes defienden la postura de que ese término viene de las canciones en inglés que repetían continuamente Yeah, Yeah (Sí, sí). Como fuere, ser un yeyé significaba estar en la vanguardia del pop y de la modernidad juvenil. 


Un día, junto a otros chicos del barrio que estaban, como él, enamorados de la música, se pusieron manos a la obra y crearon ”un conjunto” [como también se les denominaba a los grupos de música moderna] al que llamaron Los Leader’s. Los componentes eran Manolo Bermúdez como primer guitarra, Fernando Roque (tristemente desaparecido) que tocaba la guitarra de acompañamiento, Santiago Hernández hacía sonar el bajo, Andrés Velázquez la batería y el propio Toba ponía su voz. 


El lugar donde arrancaron e iniciaron los primeros ensayos fue en el Club Hawái, precisamente, y allí en los guateques llevaron a cabo sus primeras actuaciones. Luego, dieron el salto y optaron por ensayar en un local cerca de La Portadilla en la calle de la funeraria y, más exactamente, en una antigua vaquería. Este lugar era un almacén que el padre de Manolo Bermúdez tenía para guardar las mercancías que luego distribuía para las ventas. 


Santiago Hernández trabajaba en la tabaquería El Deportivo, propiedad de su padre. Estaba situada frente al Bar Polo, en el Puente de Palo. Dicho bar tenía fama ya que allí se reunía toda la bohemia de la capital, además de todos los que venían a actuar al Teatro Pérez Galdós. En la tabaquería se vendían, además de balones, artículos de primera necesidad, chucherías y la Cuadrupleta de las carreras de los galgos, boleto que estaba muy arraigado cuando estaba en auge el Canódromo o Campo de España, donde se realizaban las competiciones de los galgos. Costaba dos pesetas la apuesta. Andrés Velázquez Robayna, aficionado a la pintura,  era un artista en ciernes. Desde pequeño le gustó practicarla, y a la vez acudía a sus estudios. Fernando Roque era el más completo de los músicos pues era capaz de tocar cualquier instrumento y también fue el mejor amigo de Toba. 



                                    Bar Polo en el Puente de Palo foto tomada de Internet


Los comienzos no fueron nada fáciles.  A pesar del gran interés y deseo por llevarlo a efecto, chocaban con el gran problema económico, por lo que tuvieron que agenciarse los instrumentos de segunda mano. Ese trapicheo se lograba en un boca a boca entre la juventud. Los instrumentos que dispusieron fueron unas guitarras Framus, un bajo Hofner, ambos de origen alemán; la batería era una simple caja y un plato; además, de unos aparatos de radios viejos que con unos altavoces conectados eran usados como amplificadores. A esto había que sumarle un soldador eléctrico, un rollo de plomo para soldar y un bote de ácido para ayudar en el menester. Se trataba de arreglar a tiempo los cables que se rompían y que eran imprescindibles para que todos aquellos artilugios e instrumentos funcionaran. Hay que recordar que en aquel tiempo muchas guitarras españolas pasaron a ser eléctricas a base de pastillas que se acoplaban. Todo ello con mucho ingenio y arte de los luthieres en que se habían convertido los jóvenes aficionados. También, la apertura, en 1962, de la tienda especializada en instrumentos musicales Orbis, propiedad del don Manuel Santana, en la Calle Mayor de Triana, vino a aliviar en gran medida las posibilidades de los grupos. Era el propietario un hombre afable. Tenía muy buen talante y vista comercial. Facilitaba las compras sin muchas trabas, al saber que tras la venta siempre había un alto grado de compromiso de los jóvenes. Se hacía el pago por el sistema de “letras”. Dichas “letras” eran unos pagarés que, en el noventa por ciento de las ocasiones comerciales, no se pasaban por el banco, lo que daba a la operación un aura de confianza mutua entre vendedor y comprador. Aquello que se denominaba “palabra de honor”, aportaba más valor al compromiso que la presencia del ente bancario con la posibilidad del recargo y sus intereses.  


Allí, en ese local de ensayo, fue por primera vez donde Toba empezó a tomar contacto con músicos de otros grupos; así conoció a Pantaleón que tenía un amplificador en condiciones que sonaba más que medianamente bien. A Toba le llamó la atención por el sonido que emitían sus dos altavoces. También hizo amistad con Carlos Butler y Carlos López, pues los visitaban a los ensayos y hacían sus pinitos. Dos principiantes más en aquella época y que con el paso del tiempo serían muy bien considerados en el ambiente rockero canario. Hay que consignar que este es un detalle importante, pues en tales momentos esos músicos, y otros muchos, formaban parte de una legión de grupos de rock de otros barrios de la capital que comenzaban a sonar. Los jóvenes músicos se saltaban los límites de sus procedencias para constatar cómo iban funcionando los compañeros y las novedades, rompiendo con ello el hermetismo que había dentro del ámbito donde estaban ubicados.


Los Leader’s se dispusieron a la tarea y ensayaron, canciones de Los Mustang, un grupo español que alcanzó la fama en los sesenta y que comenzó con música instrumental. Los Mustang encontraron un filón haciendo versiones en castellano de temas interpretados por The Beatles y de otros cantantes como Hervé Vilard y Jimmy Fontana. Sonaba, en aquel entonces, en el almacén, la voz grave de Toba interpretando 500 millas de Peter, Paul and Mary y, cómo no, también Madison Twist de Johnny Halliday. Ya mencioné anteriormente que para Toba era un placer cantar todos aquellos temas en los que su voz se ajustara o rozara los cánones negros de sus ídolos; pues bien, a los pocos meses de comenzar los ensayos, Manolo Bermúdez hizo valer su condición de dueño del local y núcleo sobre el que giraban las pocas posibilidades que tenían, para comunicar al joven intérprete que su voz no encajaba en lo que entendía como objetivo a conseguir y “lo invitó” a abandonar el grupo. Aquella noticia le supuso un tremendo disgusto, pues no entendía los motivos de su expulsión. Es sabido que Toba, siendo ya un rebelde para todas las posturas injustas, en la misma medida siempre fue un joven muy introvertido y serio para estas cosas y asumió sin aspavientos la decisión única y autoritaria de su compañero. En las conversaciones que hemos tenido sobre este mal trago, el cantante siempre ha justificado la actuación de su compañero, pues ya iba comprendiendo que su voz tenía algo de especial y diferente a lo que se hacía en los conjuntos del momento. No sería esta la única vez que tropezaría en su carrera con obstáculos no deseados, pero a fuerza de tesón los fue superando. El gran secreto del cantante, toda su vida, siempre ha sido su constancia y empeño en conseguir los objetivos con tesón y pundonor.


El conjunto continuó con sus ensayos. Una mañana, Fernando Roque fue al encuentro de Toba y le comunicó que a las siete estuviera en el local para ensayar. No le quiso dar más explicación que la que escuetamente le había comunicado. Al cantante aquella noticia le cogió de sorpresa y a la hora acordada se presentó dispuesto para ensayar. Manolo Bermúdez cuando lo vio le preguntó qué hacía allí, y si no había entendido. Fernando Roque tomó entonces la palabra y defendió a Toba: Nosotros hemos decidido que Toba vuelva, si él abandona este local, hemos acordado que todos nos iremos. Manolo Bermúdez comprendió que aquella decisión era un golpe a su autoridad, sin embargo, asumió la postura de sus compañeros, aunque no le agradara. Nunca más se volvió a hablar del asunto.


Cuando Los Leader’s contaban con una veintena de canciones decidieron comenzar su carrera artística y para ello iniciaron la búsqueda de actuaciones. Pronto llegó la primera. En la explanada de lo que hoy es el Hospital Insular, se instaló un pequeño circo itinerante cuyos artistas hacían sus números para los que amaban ese tipo de espectáculo. Hay que decir que en Canarias tiene su público, probablemente debido a la tradición y a la carrera espectacular que hacía ya aquellos años la más grande trapecista de todos los tiempos, la grancanaria Pinito del Oro y sus hermanos, los Segura. Pero este no era el caso, el contrato que se consiguió era para actuar como teloneros de la estrella del circo, una cabra que subía por una escalera y hacía equilibrismo sobre ella, o lo que le pusieran bajo sus pezuñas. Una experiencia que no todos los grupos tienen como inicio, pero que Toba y sus amigos asumieron con tal de hacer música ante el público. El resultado no fue malo, a vista de los jóvenes, y ello los animó a buscar otros espacios donde actuar.



                            Foto de Canarias7. Circo en Las Palmas de Gran Canaria. Explanada ganada al mar.


Al poco tiempo, les surgió la oportunidad de actuar en el Mirador del Lasso donde había un restaurante, y a la vez una sala de fiesta que les sirvió de presentación más formal y duradera. Allí interpretaban sus canciones ante público nacional y extranjero que procedían de los primeros establecimientos hoteleros de la capital. Los guías de los touroperadores nacionales, como El Club de Vacaciones y los escandinavos Spies Rejser, Tjaereborg, Saga Tours etc., llenaban las guaguas de turistas, tres veces en semana. Allí, además de cobrar decentemente, se fueron afianzando en la profesión mientras los clientes movían sus cuerpos en la pista de baile. Además, tomaron contacto con lindas chicas, sobre todo escandinavas, que a la mañana siguiente los esperaban en la playa de Las Canteras para pasar juntos el día y la noche. Era época de discotecas que ya empezaban a funcionar en la capital, algunas de ellas muy concurridas cada jornada como Saxo Club, Aloha, Tam Tam Club y el Búho.




                                    Foto del Mirador El Lasso. Tomada de "Gran Canaria. Imágenes del ayer".



Ya en esos tiempos la vestimenta de los músicos, y a la vez de la juventud, comenzó a cambiar progresivamente. Camisas de colores estridentes, pantalones estrechos hasta los gemelos que se convertían en campanas (así llamados por su forma), botas negras de tacón alto y media caña con punta fina y chaquetones exageradamente visibles. Y en cuanto a sus pelos, largas melenas, con bigotes caídos hasta la barbilla y patillas anchas que cubrían media cara. En cuanto a las chicas, la diseñadora inglesa Mary Quant puso de moda la minifalda y las jóvenes de todo el mundo la siguieron, a la vez que cubrían sus piernas con botas o tacones finos de considerable altura. En cuanto a sus pelos, las féminas adoptaron el cabello cortado en redondo. Toda una revolución como signo de protesta y con ánimos de cambiar las costumbres ya establecidas tradicionalmente. También en Canarias fue así y Toba lo practicó como un joven más.


En una ocasión que Toba tuvo que actuar, salió de su casa y bajó por la calle Doctor Ventura Ramírez. Don Alfonso Melo, dueño del Torrecine, lo paró y le dijo que pasara al interior que quería hablar con él. Allí en la intimidad de su despacho, le habló de la siguiente manera: —Toba, ya sé que usted es joven ¿pero, dígame, no le da vergüenza vestirse de esa forma y bajar por esta calle con el ruido de sus tacones llamando la atención de todas las chicas y personas que viven al lado de la casa, de unos padres tan serios y buenas personas como usted tiene? ¿No se da cuenta de que está dejando en mal lugar a su familia?” Toba no salía de su asombro y simplemente le contestó: —Yo creo que no estoy haciendo nada malo, solo voy a actuar y a cantar que es lo que me gusta. Este ejemplo sirve para que se entienda cómo fueron estos cambios que la juventud experimentó y en la perplejidad de los mayores que formaban una sociedad cerrada y muy estricta. 





La empresa Organización Artiles, arrendadora de El Restaurante del Mirador El Lasso, se estaba convirtiendo en un imperio y era dueña o, como el caso que he mencionado, arrendadora de diferentes restaurantes que recibían turistas y, consecuentemente, el baile, así que Los Leader’s se dieron cuenta de esta posibilidad y se dispusieron a proponerles el grupo para otros establecimientos. Las oficinas las tenían en la calle León y Castillo, frente al Banco de España y donde estuviera ubicado el Frontón Jai Alai, en el número cincuenta y siete, deporte que arrastró a muchos canarios a ver jugar a los pelotaris vascos. De aquellos deportistas vascos alguno formó matrimonio con alguna señorita canaria y al cierre del frontón, en el año setenta, terminaron fijando su residencia en nuestra isla. De todos ellos solo hubo un canario que jugara profesionalmente, Francisco Ortega, que desde niño siguió el juego con entusiasmo, hasta que consiguió debutar.  Pues bien, de esas conversaciones salieron nuevos contratos en la Grutas de Artiles, en la carretera de Santa Brígida a La Angostura, y en el Restaurante La Luna, situado en frente del Aeropuerto de Gando. Estos contratos sirvieron para ir mejorando la instrumentación, ganar unas buenas pesetas y, sobre todo, superarse en la profesión.


Tal es así que, en los Matinés del Cine Avellaneda, donde cada domingo se hacían espectáculos en los que los grupos competían, Los Leader’s, ganaron el primer premio con una canción de Fernando Roque, letra y música del mismo, y dedicada a una novia sueca de Toba llamada Lena Svenson,. El domingo siguiente a su actuación Toba se acercó al Cine Avellaneda para ver a los grupos que actuaban y tuvo la fortuna de observar a un grupo que le marcó. Sobre el escenario, el presentador anunció la presencia de Los Extraños, un conjunto de la zona de Las Alcaravaneras y Puerto. Su vestimenta, al estilo Beatles, con trajes de chaquetas cerradas sin cuello, su puesta en escena y su estilo musical, no le pasaron desapercibidos. Aquel grupo hacía rock y sonaba distinto y sus músicos dominaban los instrumentos y voces, lo que hizo que el cantante de Los Leader’s saliera de allí impactado. Pensó, definitivamente, que había otro mundo fuera de San José, y en ese espacio, sobre todo, un mundo de la música que quería conocer y disfrutarlo. Por tanto, pronto, haría amistad con todos ellos y se propuso salir de aquellos límites en los que se había convertido su barrio. En el futuro, con alguno de ellos, compartiría escenario en más de una ocasión. Los Extraños, en aquel momento, estaba formado por José Agustín Santana (Pepetino) quien cantaba y tocaba la guitarra rítmica, Armando Suárez (Mandi) primer guitarrista, Miguel García a la batería y Gustavo Román tocaba el bajo.  


Todo iba a pedir de boca, pero, como históricamente siempre ha pasado en las bandas de rock, las situaciones personales de los componentes de cada grupo hicieron que se produjeran cambios. Así, Andrés Velázquez dejó la batería y le sustituyó Jaime García (el Fósforo), amigo inseparable de Toba en el tiempo y con quien, a posteriori, tendría unas relaciones musical y amigable duraderas con él; así como Manolo Bermúdez, el que fuera punto embrión fundador, se fue y ocupó su lugar Páez (el Ciego). 


Dos años después, Toba sopesó la situación y ante la falta de proyección del grupo, dejó Los Leader’s y también aquella etapa de iniciación y progresión, para tomar nuevos rumbos.