lunes, 5 de abril de 2021

Hermanos de blanco (1954/ 1956).

 


Hoy, último domingo del mes de marzo del presente año, he recibido una foto entrañable que me ha enviado mi hermano Carlos Juan. La pueden ver encabezando este post. Los tres hermanos en nuestra casa de Ciudad Jardín. Posábamos, no sé para quién, en el portal rodeado de macetas. Yo soy el más pequeño, en el centro aguanto sobre mi hombro el brazo de Carlos Juan y el de Pepe (Joselín) me abrazaba por la espalda. O sea que estaba bien protegido por mis dos hermanos mayores.

Los tres ataviados con vestidos blancos. Pantalón corto, camiseta y zapatos del mismo color, si bien Carlos Juan me dice que a él le pusieron unas botas, reforzadas con tachones y herraduras, debido a que consumía mucho calzado. No estaba la economía familiar como para tirar la casa por la ventana. 

Esa misma ropa, recuerdo que heredábamos de unos a otros, la llevábamos puesta, cuando nos hicieron otra foto en un caballo de cartón en Cádiz, un año de paso hacia Gaucín (Málaga). En ella yo galopaba en cabeza de la montura, seguramente por aquello de hacerle el gusto al más pequeño. 

 

 

Me cuenta Carlos Juan que Joselín era corpulento y él más delgado y que en una ocasión heredó el pantalón blanco de nuestro hermano mayor roto por el trasero. Mi madre, que hacía lo que podía con las escasas entradas económicas, le puso unos parches de otra tela blanca que aunque parecida dejaba constancia del remiendo. Pues dice que en el colegio se ponía un babi que teníamos en los Salesianos para taparse el arreglo, pues los chicos le decían que tenía en el trasero el "libro de la selva".

Cuando nos vamos haciendo mayores nos acordamos mucho de todos esos momentos y los disfrutamos con agrado. Hace un tiempo tomé unas fotos de nuestra casa en La Isleta, donde yo nací y donde vivimos unos años. Estaba la vivienda en la calle Humiaga número uno.  Está deteriorada pero permenece en pie. Escuché de mis padres la ocasión de cuando Carlos Juan contestó mal a una amiga de mi madre que venía con frecuencia a casa. Cuando Siona, así se llamaba, le dijo que le iba a contar la mala contestación a nuestra madre, se metió en un rincón del zaguán, detrás de un sillón, y allí quedó a la espera hasta que pasó el tiempo y cayó profundamente dormido. Cuando los mayores notaron la falta de mi hermano salieron a la calle y todo el barrio se movilizó hasta que el buen dormilón salió de su "forzada hibernación".    

Hoy estoy tristón. Más bien me encuentro, últimamente, desganado, paso más tiempo que nunca mirando hacia atrás y rememorando mis vivencias con nostalgia, aunque siempre lo he hecho pero con un talante más alegre. Y no tendría que tener motivo, pues fui muy feliz, y debo de entender que fueron momentos que vivimos y quedaron atrás. Recuerdo mucho a mis padres y a mi hermano Joselín que ya no están. Es más, sueño constantemente con ellos, es raro la mañana que no despierte de haber pasado vivencias con alguno de ellos. Y, además, tengo que decir que las imágenes son siempre en blanco y negro. Como en las fotos, no hay otros colores...

 

 

    



3 comentarios:

  1. Que hermoso relato, me encantó. Así eran los colores, blanco y negro.

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  2. Muchas gracias, Greta. Eres muy amable

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  3. Que vivencias Quino. Yo recuerdo muchas cosas del barrio de Ciudad Jardín, de cuando yo llegue con 13 años, creo recordar. Ahí pasé yo mi mejor momento de mi vida. Mi mejor amigo, siempre fuiste tu. Nuestras madres hablavan por tlf para saber donde demonios estaba yo y como siempre, estaba en tu casa y cuando no, estabas tu en la mía.

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