martes, 25 de octubre de 2022

Querido Horizonte (25.10.2022).





Allá al fondo, hasta donde podía llegar mi mirada, te veía como una línea recta bastante escurridiza. Te detecté un día yendo para el colegio, con mi baby blanco y la maleta colgando de mi mano derecha. Aún no estaba construido el dique Reina Sofía del Puerto de la Luz y de Las Palmas de Gran Canaria. Acompañabas al mar y yo jugaba a acercarme y alejarme tratando, a ojo de buen cubero, de conocer la distancia que había entre nosotros. 


No me imaginaba que tras de ti había más mundo, ni tampoco que fueras parte de una visión que transformaba una línea imaginaria circular. Más tarde, aprendí que aquella distancia se podía calcular. Cosa de mayores. Para mí estabas allá, en el mismo sitio de siempre, aunque te sintiera en mi pecho.


Pasado el tiempo, dejé de pensarte como distancia física, para fortalecer tu lugar en mi corazón, como algo que me acompañó siempre. Por describirte de alguna manera, fuiste un referente donde me apoyaba para pensar en mi paso por la vida. Cada vez que pensaba en algo importante, te buscaba para que me dieras el apoyo sensorial, muy cerca de mí, y la solución de los problemas. Un profesor que me castigaba injustamente y tú apaciguabas mis ánimos. Un dolor por algún familiar que me dejaba y tú me lo acercabas para tenerlo presente. Un tierno amor que nacía y tú me animabas a profundizar en los sentimientos. Una decisión difícil de tomar y tú me exponías los pros y los contras.




                                Aportación de Lucía Martín Domínguez. Con agradecimiento

 

No veía contratiempos, solo te encontraba y me hablabas. Algunas veces el aire que traía el salitre me cegaba los ojos. Yo me los frotaba para ver si seguías allí. En su sitio, donde arropabas mis pensamientos. En comunión con mi mente. Así era mucho más fácil vivir. No importaba que tropezara en la misma piedra, sigue adelante me decías. Y me parecía ver una sonrisa con espuma de confabulación.


Hoy sigo mirando el horizonte. Toda una vida. Lo sigo viendo con la ayuda de unos cristales que aumentan mi capacidad de visión. No te has ido, te mantienes en la distancia, aunque me cuesta ligar mis pensamientos y entender tus consejos. No te pregunto por qué, solo sé que recuerdo mejor las conversaciones de antes que las de ahora. También me parece que la línea ya no es tan recta, acaso los mayores pudieran tener razón de aquello que no entendí un día, de una línea circular que te escondía y siempre me acompañaba. La distancia fue siempre lo de menos, lo importante y esencial es que allí estabas en el mar de mi tierra, marcando y acompañándome en mi sinuoso camino.


 


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