jueves, 2 de marzo de 2023

TOBA EL INGLÉS. Un mucho de Soul y Rhythm and Blues. Prólogo (02.03.2023).

De por qué de estas memorias.


Hacía años que venía observando como muchos de aquellos jóvenes músicos que iniciaron su andadura en los años sesenta del siglo pasado, se fueron retirando de aquel mundo ilusionante que les aportó un nuevo estilo de vida. De todos ellos, Cristóbal Suárez Cabrera (Toba) es uno de los pocos que continúa, con su voz, liderando  propuestas a fin de mantener el espíritu del que se había impregnado en los inicios de su afición; muy a pesar de todo tipo de vicisitudes. Siempre tuve en mente escribir sobre aquellos años de mi juventud, pero nunca me puse a ello. Las obligaciones profesionales me lo impidieron y también la aparición de algún libro llenó ese vacío. Solo el reencuentro  con Toba, el análisis de su carrera y el hecho de estar durante toda su vida rodeado de las mejores bandas y proyectos canarios de la música, me guió a enfocar este trabajo. Y he aquí que me veo en un camino del que con toda seguridad disfruto con muchos recuerdos vividos por mis amigos y también, como no, personalmente.


Las Palmas de Gran Canaria, capital de la provincia oriental de las Islas Canarias, iniciaba su transformación social en esas fechas y se abría a un nuevo mundo por las oportunidades que aportaban el turismo, el puerto, la agricultura, la migración interna hacia la capital, la llegada de habitantes de otras islas y la salida de una buena parte de sus hijos hacia el extranjero en busca de trabajo. sobre todo a los países escandinavos, Alemania y a diferentes naciones de América. Era una capital alegre, abierta al mar y con buen clima que llamaba a la diversión en los momentos de ocio. Esta bondad del clima y la afluencia de visitantes movió las inversiones hacia la apertura de locales donde se daba música en vivo, propiciando en sus escenarios la presencia de bandas de rock and roll (rocanrol) de la isla: Hotel Corinto,. Flamingo, Piscina Julio Navarro, Boite Las Vegas, Hotel Santa Catalina, El Britania, El Duende, La Cueva del Guanche, Hotel Las Palmeras, Bodegón del Pueblo Canario, etc…


Los nativos de las islas siempre nos hemos caracterizado por la apertura y predisposición a impregnarnos de las influencias foráneas. De ahí que, unido al amor por la música, la llegada de los nuevos estilos de la canción entraron como un gran tornado, arrasando a su paso y ganando el gusto de los más jóvenes que nos interesábamos por seguir los pasos de los artistas, que se escuchaban a través de los receptores de radio. 


Por aquellos aparatos, además, los locutores exponían las nuevas voces y empujaban los temas musicales a lo más alto de las ventas. Era el inicio de las listas de éxitos creadas para interesar a los escuchantes, en un torrente de discos que las tiendas especializadas colocaban en manos de sus clientes. Esa música que llegó y fue acogida con entusiasmo pasó a denominarse como “música moderna”, quedando globalizados, en ese término, todos los estilos, sin diferencias. 


Por aquel entonces el Puerto de La Luz y de Las Palmas era nexo entre tres continentes. Por él pasaban buques de pasajes que hacían escalas de descanso y reposición de mercancías, para continuar la travesía hacia sus destinos. Buques de distintas nacionalidades, pero sobre todo era muy frecuente ver atracado en el muelle alguno de los pertenecientes a la Unión Castle Line, compañía de bandera británica. Con esos programas de viajes de ida y vuelta preferentemente a América, Las Palmas de Gran Canaria corría con la fortuna de disponer de las últimas novedades de la música reciente, sobre todo de Gran Bretaña y de Estados Unidos. Los encargados de ese pequeño negocio eran los propios marineros. Estos navegantes  eran esperados, a pie de escala o abordado en barcas que se acercaban a los buques, llevando en su interior a los llamados cambuyoneros, nativos especializados en el trapicheo de cualquier artículo de necesidad. Así que, los jóvenes, surtidos de discos, eran, a la vez, seguidores de Discomanía (programa de radio pionero del sector musical en la S.E.R., creado por el hispano chileno Raúl Matas), y de seguimiento obligatorio por todos los amantes de la música en España, colocando en las ondas nacionales temas musicales que se les daba el trato de novedades cuando en la isla ya se conocían. 



Buque Edinburgh. Castle. Juanto al remolcador Fortunate en el Puerto de La Luz y Las Palmas de Gran Canaria. Foto tomada de Pinterest de Fernando Berenger


En los años sesenta, en Inglaterra los grupos abandonaban el skifle y se iniciaban en el rocanrol. The Quarrymen dejaba, además, dicho nombre, para emprender su carrera como The Beatles incorporándose a las nuevas tendencias que les llegaban de Estados Unidos de América, de la mano, entre otros, de Chuk Berry, Litlle Richard o Buddy Holly y sus bandas.  En esos receptores de radio, y los recién llegados transistores a los bazares de los indios, sonaban las novedades en todas las casas y lugares donde hubiera juventud, con lo que los de Liverpool irrumpieron con fuerza con temas tan motivadores como “Love me do”, “Please Please me”, etc…


En ese ambiente, como telón de fondo, fueron apareciendo las primeras bandas de música moderna en Gran Canaria. Los Ídolos inician su carrera y parten para la península  y a Estados Unidos, a fin de ganarse un puesto en el mercado musical, hasta que con posterioridad cambiaron su nombre por el de Los Canarios, marcando un antes y un después en el blues español. Otras bandas como Los Leones, Los Filipinos, Los Alcorac’s, Los Sterling, Los Extraños, Los Tipos, Los Flirstones, Los Sobrinos de la Tía Tula, etc. comienzan a gestarse, originando un entramado de grupos que iniciados en sus barrios sonaban en todas las salas de la capital.


En ese marco temporal inicié mis estudios en la Escuela de Magisterio de la ciudad. Allí coincidí, formando parte de Los Alcorac’s, con otros músicos destacados del momento, como Manolín Guerra, Juan Carlos Pérez González, Pablo Falcón y Cristóbal Suárez Cabrera (Toba). Muy concienciados con la época que estábamos viviendo, aprovechábamos los momentos de descanso para reunirnos y hablar de música, de las tendencias, de lo que cada uno de nosotros hacía en sus respectivas bandas y de los aparatos electrónicos que se iban incorporando al mercado insular.


Toba era un chico aparentemente callado, o tímido, si se quiere entender así, que entraba en conversación cuando se encontraba a gusto hablando de lo que le interesaba. Su aspecto físico, sus modales y forma de hablar eran diferentes. Al estilo de los jóvenes de West Side Story, muy a lo Chaquiris, se equipaba con pantalones vaqueros de campana, botas negras de media caña y punta fina, alternando camisas de colorines donde no faltaban las flores y camisetas de cuello redondo, chaqueta vaquera y pelo largo que moría en la cara al unirse a unas patillas muy cuidadas que morían en el corte del mentón. Fue en ese momento cuando se ganó el mote de Toba el Macho. Sus rencillas con otros jóvenes por opiniones sobre su personalidad, que no tenían razón de ser, y sí por unas mentalidades cerradas a los cambios sociales, y por su arrojo si había que llegar a las manos, le hicieron ganar el apodo que lo ha acompañado a lo largo de toda su trayectoria musical. Seguro que el nombramiento nació de nuestro círculo, pues su estancia en el centro siempre estaba acompañada de sus amigos más cercanos, la gente de la música.



                                    Foto de Toba tomada de su album personal, años setenta.


En el año 1967, Los Alcorac’s nos presentamos a la primera edición del Certamen Jueves Juventud en el Metropol. Allí ganaríamos el primer premio y coincidimos en la actuación final con Toba y su banda Los Leones. Para nosotros fue un espaldarazo importante. Los Leones era, sin dudas, el mejor grupo de aquella edición, con aquellos grandes músicos que acompañaban a Toba como líder. Era una utopía pensar que pudiéramos vencerles. Pero la estrategia de aislarnos durante una época para preparar la actuación, el llevar uno de nuestros temas compuesto por Jesús Pisos, además de ser totalmente instrumental, dio el campanazo y el resultado apetecido. 


Recuerdo con agrado las felicitaciones de los compañeros participantes y de nuestras familias que empezaron a tomarnos en serio. No tanto de una chica escandinava que pasaba las vacaciones en el Hotel Corinto, donde yo hacía algunos turnos de recepcionista a fin de ganarme unas pesetas. Dicha chica pasó con Toba todas sus vacaciones y a la mañana siguiente de la final me soltó que el jurado no había estado muy acertado y que, por lo tanto, pensaba que Los Leones habían sido mejores. Naturalmente le dije que era su parecer, aunque yo estaba convencido de que la estrategia había funcionado. Recuerdo también con buen humor, como un día de aquellos que venía a dejarla al hotel, le dije a Toba que la escandinava estaba de muy buen ver. Jamás podré olvidar la respuesta tan ocurrente de Toba: “Quino, te digo la verdad, ahora es el momento de mi vida en el que estoy muy por encima de pensar en solo hacer el amor” (sic).



                                        Recorte de prensa del Diario de Las Palmas. (1966)


 Sin terminar la carrera, en 1969, abandoné por unos meses la Escuela Normal para ir a la mili. Mi padre, militar profesional, pensó que ya su hijo menor debería tener más fundamento y dejar de lado los pelos largos, el bajo, la banda y ocuparme de cumplir el requisito militar que teníamos todos los jóvenes, así me lo comentó para mi disgusto. Con ello perdí una gira que tenía con mis compañeros para ir a Madeiras, donde en Funchal mis amigos, con un bajista que me suplió, ganarían el “Festival de Música de Madeiras”. Con ello también dejé atrás la vida que llevaba y las amistades, al menos por un tiempo. Ya no coincidía con Toba y perdí la pista tan cercana que tenía con él.


Pasó el tiempo sin que hablara con el cantante detenidamente. Sabía que él seguía con la música. Yo en el setenta dejé el grupo, tras hacer dobletes en un escarceo con otros tres músicos (Alfonso Pisos a la batería,  Héctor Morales al teclado, Boro el Boca como cantante y yo al bajo), para matar el gusanillo. Aquello no duró mucho pues, tras los ensayos y la preparación de los temas, que francamente sonaban bien, ocurrió lo de tantas veces en una carrera fugaz, hasta quedar en el olvido. Cuando organicé mi vida profesional me fui al sur y allí coincidí, pues lo conocía de cinco años atrás, con Antonio Suárez Cabrera, hermano de Toba, que pasara muchos años como director del Colegio de Mogán. En el año 1976 fui destinado, como maestro, a la Playa de Mogán y allí mi amistad con Antonio se fortaleció hasta el día de hoy. Él me tenía al corriente de la trayectoria de su hermano Toba, de sus viajes con la banda y de cómo le iban las cosas. Me dijo en una ocasión que jamás lo había oído cantar en su casa, ni siquiera en el baño, y que para él fue una sorpresa esa afición. Hablaba de él con admiración.


Estando de inspector de educación en Vecindario, ya pasado muchos años de aquellos primeros momentos, me encontraba con Toba en la zona comercial. Había extendido su negocio de tiendas deportivas e instalado en la Avenida Canarias. Era el mismo Toba de siempre. Se alegraba de verme e inmediatamente entrábamos a hablar de música.  Tenía, por aquellos tiempos, una banda de soul a lo grande y me hablaba maravillas de Sobrecarga. Siempre quedaba con él en ir a verlos, me hice con uno de sus CD que guardo con cariño, pero por una causa u otra las ocupaciones me lo impedían, al contrario de lo que con el paso de los años se ha hecho una reiteración, mi presencia en los conciertos de Sugar Hill Band, su proyecto estrella. 


Toba tiene el mérito de ser el mejor cantante de Soul y de Rhythm and blues de la historia de la música en Canarias. Probablemente algunos discreparán conmigo, al tener en mente e Eduardo Bautista (Teddy) a quien admiro también. Ello le ha valido para tener una legión de seguidores y el reconocimiento de su público.



                     Teddy y Toba en una toma reciente en el Auditorio Alfredo Kraus. Homenaje a Teddy..


Últimamente coincidimos más. Hablamos cuando nos vemos y nos contamos nuestras cosas. Intercambiamos novedades sobre los aconteceres de la música. Sobre todo, desde que cambió su nombre por el de Tobita el Inglés, pues con lo de Macho, según él, no eran tiempos para la lírica. Pero, sin lugar a dudas, cuando sigue mostrando su personalidad es desde el momento que habla de música y cuenta los avatares que va superando para mantener su afición y su banda en activo.  


Para finalizar este prólogo, creo que mi amigo Toba merece este reconocimiento. Lo he asumido tras consultarle y obtener su consentimiento, no sin dejar claro su poco interés así como su asombro por esta decisión mía. Le expliqué, hasta la saciedad, que la historia musical en nuestra tierra merece conocer que él ha mantenido su carrera a un nivel encomiable. 


No crean que ha sido fácil realizar este trabajo, dada su personalidad tan especial, pues el tratar de organizarle a mi amigo los esquemas que yo trazaba, acabábamos en aquellas reuniones siguiendo los modelos que su mente le dictaba. Y es que Toba es una fuente de pensamientos constantes que expone con entusiasmo, estén programados o no. Y en esto estamos, me fui acostumbrando y sobrevivimos. De todas formas, lo hemos pasado muy bien revolviendo los baúles de los recuerdos, aunque, a día de hoy, no hemos terminado la etapa última de Sobrecarga y la Sugar Hill Band, tratando de buscar tiempo y salud para abordar esos momentos tan importantes de su carrera musical. Pero como dice Tobita: "Tranquilo Joaquín que todo llegará, lo importante es que seguimos vivos".











 

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