miércoles, 9 de diciembre de 2015

¡Qué se jodan! (2010).


Me siento en el lugar de siempre, muy a pesar del azufre mezclado con orines y su hediondo olor a demonios. ¡El dueño del local, ese fue el mamón del dueño! Fue él quien puso el azufre para que no me sentara en el descansillo. Como si el descansillo exterior oliera peor que el asqueroso hedor a cartón barato que emana del interior de su almacén. 

Aquí fuera, donde me orino todos los días tras tomar el tetrabrik de garrafa, al menos respiro y las veo huir a ellas. Este lugar está destinado a ser mi lugar en el mundo. Por aquí pasan todas las que deseo y se alejan de mí cruzando a la otra acera ¡Qué se jodan...! Otra más que se aleja, ella se lo pierde, me digo. ¿Sabrán ellas de la vida? Con sus minifaldas de mierda y sus tatuajes cerca de los talones ¡Qué sabrán ellas de tener que pisar en tierras movedizas y hacer equilibrios! 

En este descansillo donde me meo y me meten azufre por los ojos me siento y sueño, pues el vino es el único que me calienta el estómago y me provoca náuseas a mi gusto. Este descansillo, donde mis posaderas no caben, es mi lugar en la vida. Aquí al menos, para mi regocijo, veo pasar al de la chaqueta y corbata. Sí ese figurín que lleva las venas cargadas de estrés con colesterol, a la vez que sus deudas le ahorcan junto al nudo de la corbata. ¡Pues, qué se joda! Yo no tengo deudas, ni colesterol, ni corbatas, ni chalet, ni almacén, ni hago la declaración de la renta. Yo lo que bebo lo meo y se mezcla con azufre del mamón del dueño del local. Pero vivo a mi gusto, ¡urbanitas de tres al cuarto!
 


Aquí, en éste mi mundo, veo al político de traje azul al que su chófer espera para abrirle la puerta en el mismo Ciudad Jardín. El jodido arrogante que no le da las gracias cuando le hace los honores ¡Qué se joda! ¡Cuántas bisagras habrá tenido que hacer para ocupar ese asiento trasero. Yo camino hasta el estanco para comprar mi bebida y vuelvo de igual forma, tambaleándome y dando porrazos contra las paredes, pero no me arrastro. En este mundo mío de orines y azufre no he tenido que besar ningún culo para que me den un coche oficial, ¡qué se joda el político…!

Este es mi mundo de orines y azufre y lo será hasta que reviente a mi gusto y tengan que venir por narices a recogerme y a limpiar la mierda que ellos mismos han creado, ¡qué se jodan, todos…! 

2 comentarios:

  1. Duro relato que invita a reflexionar en estos tiempos de postureo electoral. Un placer leerte Joaquín! Un abrazo.

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  2. Un abrazo, Pedro. siempre andas muy cerca, te lo agradezco.

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