domingo, 29 de noviembre de 2015

A través de los cristales (2009).

                                  


A ellos dos. A él, mi amigo de Ciudad Jardín. A los dos que los he escondido en el anonimato de este relato.


Marcos se movió inquieto tras la conserjería del gran hotel que ocupaba la primera línea de la Playa de las Canteras, cuando se percató de que la llegada de clientes de aquella mañana estaba resultando muy diferente a la de todos los días. El nudo de la corbata de su impecable uniforme le apretó con fuerza el cuello. instintivamente intentó tragar el mar de saliva que le produjo el grupo de chicas que iban entrando por la puerta principal. Luego, el corazón se le disparó cuando de entre todas las bellezas no supo distinguir cuál era la más hermosa. Finalmente enrojeció hasta la extenuación cuando vio que Dafne la diosa de los bosques y de los ríos de no más de veinte años, con una preciosa melena azabache y un par de ojazos negros, no dejaba de mirarlo.



Y fue entonces cuando la diosa de la minúscula minifalda con sus bien modeladas piernas, se le acercó para preguntarle: -Hola. Buenos días, ¿cómo te llamas? Se sintió avergonzado y sin fuerzas, así que fue incapaz de contestar a su ninfa. Ella se había transformado en laurel antes de tiempo. De aquella garganta sólo salió un pequeño balbuceo ininteligible. Aquello hizo mucho más embarazosa la situación. Ella se percató de los apuros de su venido abajo dios de la luz y la claridad y no queriendo forzarlo se despidió diciéndole: -Bueno, déjalo. Ya tendremos tiempo de hablar. Sólo quería saber si el clima aquí es siempre tan agradable.

Cuando las diosas abandonaron el hall en dirección a sus habitaciones, el joven conserje que hablaba inglés perfectamente, primero maldijo su estupidez y luego corrió hacia la recepción donde su amigo Ricardo, criados juntos desde la infancia en Ciudad Jardín, había retenido los pasaportes. Buscó con ansiedad la identidad de su ninfa y naturalmente lo encontró. Allí estaba la imagen de Dafne.

Ya conocía todo lo que debía saber: su nombre y edad, el número de la habitación y también su nacionalidad: -Es venezolana -dijo en voz alta-. Dicen que de allí proceden las mujeres más guapas del mundo-, siguió hablando sin retirar  su mirada de la foto. -Sí, pero tú tienes a Mary, ¿te suena de algo?  –escuchó la voz implacable de su amigo. Pero Marcos continuó interesado en los datos del pasaporte, por lo que Ricardo insistió: -Mary es la que tú me has dicho que ha sido siempre la mujer de tus sueños. ¿La recuerdas? La que viene cada tarde a pasear por la acera del hotel y a ti se te cae la baba mirándola a través de los grandes cristales del salón. También, a la que llamas novia y con la que tú dices que tan pronto como hagas unos dineros con el cambio de divisas, te vas a casar: ¿No te acuerdas...? Pero él siguió ensimismado mientras se llevaba su nombre y número de habitación grabados con fuego.

Y, tan pronto como pudo, alivió el sofoco mojándose con agua la garganta para no pasar otro mal trago. Después, cogió el teléfono y marcó. Inmediatamente sonó la voz de ella: -Aló -dijo Dafne, y él silenció su respuesta. Hubo unos segundos de espera. Se volvió a oír la voz de ella: -Aló  -y por fin pudo contestar: -Hola. Soy Marcos. Sí, Marcos el conserje. Deseaba decirte mi nombre. También que el clima es muy agradable todo el año... –ella no contestó y eso le inquietó-…y que las noches tampoco están malas y si te apeteciera, a ti y a tus amigas,  te invitaría, a ti y a tus amigas –repitió torpemente- a mostrarte, quiero decir a mostrarles ‘Las Palmas by night’... ¿Qué te parece...?  Esta vez no hubo compás de espera, pues su respuesta fue inmediata: -¡Chévere!, ¿después de la cena?  -Muy bien -dijo él emocionado-, te espero en el paseo de la playa después de la cena. Y así se cerró el trato.

Aquella noche, el joven e ilusionado conserje que hablaba inglés perfectamente, se presentó vestido para la ocasión. Olía a Varón Dandy y llevaba bien sujeto su cabello con fijador. Aguardó inquieto apoyado sobre la barandilla en la Avenida de Las Canteras a que llegara su ninfa y comenzar, si no quedaba más remedio,  la visita a la ciudad. Aunque él, a decir verdad, prefería dedicarse a otros menesteres y dejar Vegueta, El Pueblo Canario y Altavista para otra ocasión.

Con esos pensamientos estaba entretenido cuando escuchó la algarabía del grupo de chicas que se acercaban. Al frente de ellas venía una señora que, inmediatamente entendió hacía de guardiana de la prole. -Bien, Marcos ¿Pues, eres Marcos? –, él asintió con la cabeza, impresionado por su excelente español aunque algo afrancesado. -Has invitado a las señoritas  a conocer “Las Palmas, la nuit”. Bien, ellas están muy interesadas y yo no voy a desilusionarlas. Pero quiero que sepas que he accedido porque eres miembro del hotel. Te paso, pues, la responsabilidad de cuidarlas y de traerlas a casa tan pronto como termine la visita, ¿digamos a las doce y treinta? Fue a asentir pero las chicas, desde la espalda de su custodia, levantaron sus dedos incitándole a que fijara las dos de la madrugada. Así que, empujado por ellas, pero teniendo en cuenta el encargo, argumentó: -Debido a la hora que es, la cantidad de señoritas, los taxis que hay que tomar y los desplazamientos, no creo que pueda estar de vuelta antes de la una y treinta... ¿le parece bien, señora? Bien, pero ni un minuto más ¡Ah!, otra cosita, pues me caes bien y pareces un chico muy serio y respetuoso: ¡No me falles Marcos!, y no me llames señora, soy Sor Lisette.


Recobrada la calma y asumido el reto, Marcos se alejó del hotel acompañado por las bellas diosas y entre ellas Dafne. Por más que insistió, no hubo manera de convencerlas para hacer el tour, así que en menos de quince minutos estaban todas metidas en cuatro taxis y con dirección a la Discoteca Aloha en el barrio de las Alcaravaneras. Allí bailaron sin descanso las canciones de los sesenta y el conserje comprendió muy pronto que aquellas niñas de internado suizo, hijas de millonarios de varios países, que se peleaban por pagar los taxis y las bebidas, le podían traer complicaciones. Pero sólo la mano de su Dafne llevándole hacia la pista de baile y la voz de Frank Sinatra le alejó de la preocupación y mucho más cuando aquel círculo para el baile entró en tinieblas y sintió que ella, su diosa venezolana, echó sus brazos al cuello y se apretó contra él posando su cabeza en el pecho del joven conserje de forma que se bañó de su perfume. Él, impulsado por el momento, no pudo más que responderle a esas muestras de ternura dejándose llevar por la fantasía, mientras hacía dueto en un inglés perfecto: Strangers in the night exchanging glances, wond’ring in the night, what were the chances we’d be sharing love. Before the night was true... 
  
Aquel fue el principio. Hubo más, pues ganada la confianza de Sor Lisette las salidas se sucedieron. Y la noche antes de volver a su internado de Suiza, el conserje y la diosa de los bosques y de los ríos, que hasta antes de entrar en su habitación llevaba una minúscula minifalda que dejaba ver sus bien modeladas piernas, se prometieron amor en el lecho y una visita de él a Suiza en sus vacaciones. Aquella noche Apolo consiguió que su Dafne no se convirtiera en laurel.

Pero el tiempo, que es así de implacable, pasó como un rayo. A la mañana siguiente, quince días después de su llegada, las ninfas sacaron sus alas y abandonaron el hotel para siempre. Y ello supuso que Marcos se enfrentara a ver a Mary paseando su desconsuelo a través de los cristales. Y a escuchar su perseverante amigo recordándole: -Mary es la que tú me decías que ha sido siempre la mujer de tus sueños, ¿la recuerdas?, la que sigue viniendo cada tarde a pasearse por la acera del hotel…. -Sí –decía Marcos- pero me he vuelto a enamorar...

Marcos adelantó sus vacaciones y tomó el primer avión que pudo con rumbo a Suiza. De nuevo estaban juntos: el conserje canario y la chica venezolana del internado. Y en aquel pueblo encantador de Suiza, donde la nieve los unía y el chocolate lo compartían con caricias, conoció a los padres de ella, adinerados del petróleo. Y fue tanto lo que el conserje les agradó y lo feliz que encontraron a su niña, que vieron con buenos ojos aquel noviazgo y su deseo que se trasladaran, él (Apolo) y ella (Dafne) a Venezuela para formalizar su matrimonio y de paso heredar una fortuna. Y, además, dieron instrucciones a las monjitas para que la pareja salieran juntos todos los fines de semana. Y aquel apartamento que estaba costando una fortuna dejó de ser una carga, pues fue abonado con petrodólares que depositaron para tal fin sobre la mesa de la salita en un fajo de traveller’s cheque que nunca tenía fin.


                                               (Aboslutsuiza.com) 
Y, así, los quince días se convirtieron en seis meses. Y los meses se hicieron añoranza, pues el conserje echó en falta su tierra y su clima inmejorable, además de la vida en su hotel de la Playa de las Canteras. Y entre lágrimas, las de ambos, se montó en el  primer avión con destino a Gran Canaria e intentó ser el que siempre fue.

Y allí, en el hotel, donde había perdido su trabajo, estaba su amigo Ricardo el recepcionista quien le puso al corriente: Mary, sigue viniendo a verte. Cada tarde. Y sigue mirando a través de los cristales para ver si tú estás. Y a él se le saltaron las lágrimas y cuando estaba más afligido ella apareció, más bella que nunca, esbelta y elegante, con su piel fina y transparente como una figura de porcelana, con su pelo negro a lo garsón y además con una minifalda que dejaba ver también sus modeladas piernas. Y como siempre miró hacia dentro y lo vio, pero lo vio llorar y él, el que había sido el joven conserje que hablaba inglés perfectamente, salió a la calle y se paró ante la que había sido su novia y no se dijeron nada. Frente a frente en silencio. Entonces, ella se unió al llanto y lo agarró fuertemente de su mano para alejarlo para siempre del hotel, aquel que estaba en primera línea de la Playa de Las Canteras, y en el que Ricardo sonrió cuando en los altavoces de ambiente sonaron las dulces voces de Everly Brothers entonando: -Dreams, dreams, dreams whenever I want you all I have to do is dream.





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